David Bueno sostiene que la especie humana debería denominarse “Homo Artísticus” en lugar de sol “Homo sapiens”, dado que la creación de arte con propósito es una capacidad biológica exclusiva de nuestra especie. Argumenta que esta habilidad, que diferencia el arte humano de la simple imitación (como la de elefantes o la IA), surgió hace aproximadamente 80.000 años gracias a un cambio anatómico en el cuello que permitió la vocalización compleja y el desarrollo del lenguaje, estableciendo las bases para todas las formas de arte. Destaca que todas las artes (e incluso la ciencia y la filosofía, que considera derivadas artísticas) se caracterizan por ser creativas, flexibles y simbólicas/abstractas. Sin embargo, lamenta que estas capacidades, aunque innatas e instintivas en los niños y niñas, a menudo son "mutiladas" por un sistema educativo y una sociedad que las infravaloran en favor de otras disciplinas. Subraya que el trabajo a través de las artes es crucial para integrar los sistemas emocional y racional del cerebro, fomentando el empoderamiento y una mayor libertad de elección en los individuos, y defiende para cultivar estas facetas para una vida más rica y consciente